Este miércoles estuve junto con varias compañeras de clase (que por cierto, las cuatro se llaman Bea, ...) en la exposición ATLAS en el Reina Sofía tras varias recomendaciones de profesores de la facultad en sus repetidos intentos para fomentar que los alumnos visitemos los museos por nuestro propio bien.
La verdad es que llevaba sin ir a este museo mucho tiempo, y como ese día conseguimos ponernos de acuerdo pues aprovechamos para visitar esta exposición y de paso las circundantes en esa zona.
En esa exposición había obras de varios autores y de diferentes técnicas, a parte de fotografía. Me gustó por un lado la muestra de cómo trabajaban algunos artistas viendo sus bocetos y materiales que trasladan al visitante al estudio de ese autor y por otro lado la conexión que existía entre algunos de ellos que de otra manera, a lo mejor, hubiera pasado desapercibida.
En sí, cada uno de los que estabamos allí sacaría sus propias conclusiones. En mi caso, la exposición me gustó por algunas obras pero también me llamó la atención los textos que se ivan intercalando en el recorrido por la sala, los cuales intentaban explicar pero también dejaban razonar.
Y como en otras exposiciones, al ir recorriendo visualmente las obras, paralelamente en mi cabeza se iva acumulando una sensación de querer ponerme a trabajar y producir imágenes que no podía evitar. Menos mal que luego fuimos a ver la exposición temporal de Renoir en el Museo del Prado y se esfumaron esas ganas de producir ya que cada uno sabe donde están sus límites y en mi caso, la pintura a esos niveles es como viajar a la luna sin nave, poco menos que imposible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario